miércoles, 14 de noviembre de 2007

MODELOS DE DESARROLLO Y MEDIO AMBIENTE. (III).

El modelo desarrollista en el que está inmersa la humanidad ha conducido o puede conducir a la naturaleza hacia un experimento ambiental del que no se saben cuáles van a ser las consecuencias. Los intentos conservacionistas, loables desde el punto de vista ético en sus posiciones moderadas, chocan en las extremas con el impedimento del desarrollo y la evolución de la sociedad, al menos tal y como está estructurada en la actualidad. ¿Qué modelo nos queda en el siglo XXI y en un futuro a largo plazo?

Hay una tercera posibilidad y, quizás alguna otra que pudiera surgir, como es el denominado Desarrollo Sostenible, sustentable, o con denominaciones parecidas igualmente válidas, (en adelante DS).
La idea como tal apareció en el informe de la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, presidida en aquel momento por G. H. Brundtland, llamado "Nuestro futuro común", en el cual se daban alternativas a las aportaciones del libro "Los límites del crecimiento", (Club de Roma. 1968) que auguraba un futuro catastrófico para la humanidad sobre todo, en lo relativo a la contaminación de los medios naturales y al agotamiento de los recursos del planeta antes del año 2000. (¿?).

El informe Brundtland proponía el DS como: "Los nuevos caminos de progreso social y económico capaces de resolver las necesidades actuales (sincrónicas), sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas (diacrónicas)”.

La evolución de la idea de DS en el tiempo y según la concepción actual (Comisión Internacional de la Ciencia), permite definirlo como “un esfuerzo continuo para equilibrar razonablemente tres pilares básicos: el bienestar social, el desarrollo económico como motor de la calidad de vida, y la conservación del entorno, como expresión de ética y moral internacional en relación con el Medio Ambiente. Idea a la que lógicamente se apuntan los conservacionistas moderados.

Para que la sociedad alcance el DS tal y como se formuló, tanto en la propuesta inicial como en las acepciones posteriores, deben darse una serie de condiciones que pasan, obligatoriamente, por estrategias de todo tipo: ya sean ambientales, industriales, económicas, sociales, educativas....…, como :

- Evitar el despilfarro de los recursos naturales.
- Reducir el uso de las fuentes de energía no renovables, todas ellas con alta capacidad de contaminación.
- Ahorrar energía. Conseguir la mayor eficiencia energética en el mismo sentido.
- Contabilizar y asumir los costes económicos producidos por los impactos medioambientales.
- No utilizar hoy los recursos de las generaciones futuras.
- Adquirir el compromiso de consumir menos.
- Limitar las actividades territoriales a su capacidad de acogida.
- Rebajar la “huella ecológica” al mínimo posible.
- Reducir la emisión de contaminantes.
- Modificar las actitudes individuales y colectivas en relación con el medio.
- Integrar en el marco institucional DS y conservación de la diversidad biológica y cultural.
- Conseguir una alianza internacional en relación con el medio. Superar la visión antropocéntrica del mundo.
- Tratar de erradicar la pobreza de mundo de inmediato. Condonar la deuda externa de los países subdesarrollados.
- Disminuir el crecimiento de la población mundial hasta niveles compatibles con los que pueda soportar el ecosistema. Promover la educación de la mujer en los países del tercer mundo.

La expresión de decencia internacional que supone el DS lleva a cuestionarse si puede ser un objetivo real por conseguir o es algo utópico sin posibilidad de alcanzarse a escala global. En cualquier caso, a Siringa Verde le interesa tu opinión, compártela.

jueves, 8 de noviembre de 2007

MODELOS DE DESARROLLO Y MEDIO AMBIENTE (II).

Siguiendo con la serie de modelos de desarrollo iniciada en esta sección con el modelo desarrollista, el segundo modelo considerado es el conservacionismo o conservacionista. Fue propuesto en su momento por los países del Norte, los industrializados, muy preocupados por los problemas ambientales que a todas las escalas plantea el desarrollo desaforado. Las propuestas iniciales chocan con los afanes del bloque que forman los países del Sur, los subdesarrollados y en vías de desarrollo, que pretendían y pretenden conseguir el lógico desarrollo y la correspondiente industrialización para alcanzar un mínimo de calidad de vida.

El conservacionismo, ambientalismo, ecologismo, entre otras denominaciones aproximadas, amalgama prácticamente todas las opciones posibles que van desde las más moderadas; quizás también las más lógicas y las más efectivas, las que pretenden la conservación del medio ambiente y los seres vivos que lo integran, (la biodiversidad), en las mejores condiciones posibles, las que abogan por un comportamiento de equilibrio en las relaciones que se establecen entre la especie humana y su entorno, las defensoras de un biocentrismo o integración de la humanidad en la naturaleza como una especie más en igualdad de condiciones con el resto, cosa que no ocurre en el desarrollismo, practicante de un antropocentrismo exacerbado sobre todas sus acciones. Conservación que, desde estos puntos de vista está fuera de cualquier discusión posible, simplemente por mera coherencia ética; hasta otras opciones asociadas, más extremistas, de posicionamiento más intolerante, el llamado conservacionismo a ultranza.

Es esta opción, la que pretende y explica que, ante los problemas ambientales que se plantean en el planeta como consecuencia de la explotación y uso de sus recursos, su escasez y agotamiento inminente de todos ellos, (cuyas reservas, por cierto, se llevan agotando según alguna de sus previsiones desde la Revolución Industrial), debemos dejar de expoliarlos y paralizar o casi cualquier posibilidad de desarrollo. Suelen ser posiciones que para conseguir sus objetivos pueden recurrir en ocasiones, a un alarmismo o ecoalarmismo, a veces sin fundamentos científicos, “ya que el fin justifica los medios”.

Es evidente que, asumir esta manera de pensar lleva implícitas renuncias y logros relacionados con la calidad de vida, algunas graves, que hay que explicar al ciudadano. Por lo que quizás habría que preguntarse ¿Quién está dispuesto a renunciar seriamente a su calidad de vida siendo coherente con este pensamiento? ¿Hay tanta escasez de recursos como se preconiza? ¿Desde las posiciones del primer mundo ya muy desarrollado es lícito y ético plantear la imposibilidad de hacerlo a los países del tercer mundo sin considerar siquiera sus condiciones de vida actuales? ¿Obviamos estas expresamente en aras a la conservación a ultranza? ¿Cuál o cuáles de los derechos humanos se vería afectado por ello?

Quizás pudiera concluirse que, hoy por hoy, el conservacionismo a ultranza no parece convencer a casi nadie. En cualquier caso, a Siringa Verde le interesa tu opinión, compártela. Gracias.