lunes, 29 de septiembre de 2008

29 de Septiembre, DÍA MARÍTIMO MUNDIAL.

“Torrey Canyon”, archipiélago Scilly, Cornwall Inglaterra, (1967); “Policommander”, islas Cies, Vigo, (1970); “Métula; estrecho de Magallanes, (1970); “Texaco Oklahoma”, cabo Hatterras, (USA), (1971); “Trader”, sur de Grecia, (1972); "Taxanita" y "Oswego Guardian", colisión, Sudáfrica, (1972); “Urquiola”, La Coruña, (1976); “Amoco Cádiz”, Bretaña, (1978);…”Castillo de Bellver”; “Exxon Valdez”; “Haven”; “Mar Egeo”; ”Sea Empress”; “Erika”; “Nature Sea”; “Prestige”;…
La lista de desastres marinos sería interminable, no sólo de petroleros aislados accidentados por diversas causas sino que se ha dado el caso también de choques entre dos e incluso tres a la vez en las intrincadas rutas marítimas, sin contar con los accidentes de barcos que transportan otras cargas tóxicas y peligrosas, los accidentes en los que están implicados buques militares, normalmente más “discretos” en cuanto a la publicidad del hecho en sí y la naturaleza de las posibles materias derramadas; las averías en plataformas extractivas “offshore”, las perforaciones de los oleoductos submarinos, el uso de vertidos con fines bélicos o las actividades delictivas de capitanes desaprensivos que limpian fondos en alta mar con la connivencia del armador y bajo banderas exóticas de conveniencia, completarían una panoplia de situaciones límites para los ecosistemas marinos.
Por ello, siempre a finales del mes de septiembre, en fechas fijadas por los respectivos países a su albedrío, las Naciones Unidas a instancia de los países miembros de pleno derecho y los asociados a la OMI, (Organización Marítima Internacional), establecieron el Día Marítimo Mundial, que desde 1978 pretende hacer prácticos sus objetivos, como son: preservar, en primer lugar, la seguridad del personal de a bordo durante las distintas singladuras, siendo conscientes de la importancia capital que para la economía mundial tiene este medio de transporte de mercancías; prevenir los desastres ecológicos derivados de la contaminación debida a los accidentes marítimos de cualquier tipo; luchar contra las descargas ilegales en el mar de sustancias nocivas y cualquier actividad lesiva y contaminante; alertar del cambio climático en tanto en cuanto las consecuencias que este problema puede tener en las costas del mundo.
Bajo el lema de este año: “60 AÑOS AL SERVICIO DEL TRANSPORTE MARÍTIMO”, al igual que en los de los años anteriores, se pretende que este día sirva de aldabonazo para tomar conciencia y reflexionar sobre los problemas que esta actividad tiene sobre el mar antes de que sus consecuencias sean irreparables y modifiquen de forma sustancial paisajes como el que se muestra.

lunes, 22 de septiembre de 2008

DÍA 22 DE SEPTIEMBRE, DÍA MUNDIAL SIN COCHES.

El día 22 de septiembre es considerado en muchas ciudades del mundo como un día especial ya que se celebra el Día Mundial sin automóvil, animando a la ciudadanía a dejar el coche en casa y a utilizar el transporte público.
La idea original nació en 1974, de clara inspiración gubernamental y con indudable significado práctico ya que entonces el mundo estaba inmerso en una crisis energética profunda (e indudablemente económica), que les obligaba a replantearse el uso indiscriminado del automóvil por el derroche de combustible que suponía y la dependencia que había del petróleo. Algo similar ocurre en la actualidad.
Ahora bien la idea original, como todas, ha ido evolucionando con el tiempo, y del marcado tinte económico inicial se pasó a darle el barniz ecologista a finales del siglo XX, ocasionado por otra crisis, en este caso la crisis ambiental, sobre todo atmosférica, en la que todavía seguimos hoy. La emisión de gases contaminantes, sobre todo CO2, derivados en la combustión de los combustibles fósiles, entre ellos las gasolinas y los gasóleos de automoción, han obligado en alguna ocasión a restringir el tráfico rodado en las ciudades, del que aproximadamente un 20 % corresponde al privado.
Si a lo anterior, además, se le añade la necesidad de incrementar la movilidad y de aliviar el denso tráfico urbano en muchos casos caótico debido a la mínima capacidad de absorción de las autovías frente al excesivo número de vehículos, entonces el cuadro estaría completo.

Sin embargo, el seguimiento, al menos estadístico, del comportamiento ciudadano en este señalado día parece dar resultados contradictorios. Valorado como positivo por casi un 80% de la población, después, únicamente lo llevan a la práctica entre un 12 y 18%. Bien podría decirse que hay un marcado desencanto en el ciudadano ante la iniciativa.
Encontrar las causas de este es difícil, aunque quizás esté relacionado con que se piense que la idea está tan desvirtuada que sirve únicamente a los intereses del político de turno y para que se haga la foto propagandística en bicicleta entre los aplausos del coro convocado al efecto, y hasta el año que viene que tengo prisa. Desde luego a esta especie es materialmente imposible encontrarlo en el transporte público cualquier día del año, aunque es más que seguro que tengas que dejar paso en la calle a su vehículo precedido por los motoristas de escolta y seguido por el séquito oficial, contaminado la atmósfera y generando ruido.
O quizás las causas del desencanto deban buscarse en que el ciudadano considere que las ventajas del uso indiscriminado del automóvil, entre las que se destacan habitualmente: la posibilidad de intercomunicación, la libertad de movimiento, (¿), o la reducción de los costes; le compensan sin considerar el atasco monumental en determinadas fechas y horas del día, la ficticia reducción de costes, únicamente posible con más de dos pasajeros por vehículo. La libertad no parece que tenga que ver con el vehículo aunque las empresas automovilistas en sus anuncios así lo manifiesten.
También es posible que piense que el evento es meramente una idea surgida del ecologismo radical más rancio, capaz de subyugar cualquier idea de progreso, y le automóvil lo es, en aras de una naturaleza para ellos ideal sin la mínima modificación.
En cualquier caso, el tema puede resultar polémico y aunque la opinión subjetiva que se manifiesta en Siringa es la de elegir libremente la opción de comportamiento más acorde con nuestra forma de pensar, bien podría ser esta una acción continua a lo largo del año, es decir, evitar el uso del coche la multitud de veces que no es absolutamente necesario, en vez de concentrar la acción única y exclusivamente en un día concreto como el que se celebra hoy.

(imagen: http://usuarios.lycos.es/pgamezh/fotos/640/urbana/Gran_Via.jpg)

martes, 16 de septiembre de 2008

DIA INTERNACIONAL DE LA CONSERVACION DE LA CAPA DE OZONO

El ozono es una molécula gaseosa formada por tres átomos de este elemento (O3) de gran importancia ambiental en el planeta debido a su comportamiento, por otro lado paradójico, ya que cuando se localiza en la troposfera, (la capa inferior de la atmósfera en contacto con la superficie y la biosfera), actúa como un contaminante de primer orden, mientras que, si su ubicación es estratosférica, (capa situada inmediatamente por encima de la troposfera), se configura en un escudo protector que blinda a los seres vivos contra la radiación ultravioleta del Sol, nociva e incluso letal según sus diferentes mecanismos de actuación sobre las estructuras de la fauna y de la flora, de los ecosistemas y para la salud humana.

La presencia de la vida en el planeta es la demostración palpable de la existencia de este delgado escudo protector en la estratosfera. Sin embargo, desde un tiempo a esta parte, determinadas actividades humanas relacionadas con la industria en distintos campos y el transporte aéreo han vertido a la atmósfera gases contaminantes, sobre todo de composición clorofluorcarbonada, que han provocado la reacción fotoquímica con el ozono descomponiéndolo en oxígeno molecular y átomos de oxígeno que, casualmente y bajo estas formas, no poseen la capacidad de retención de la radiación UVA que el ozono individualmente tiene.
El resultado ha sido un debilitamiento progresivo de la concentración de ozono en la estratosfera conocido como “agujero de la capa de ozono”, que se constituyó en su momento y se constituye ahora como uno de los problemas globales de la atmósfera durante el último tercio del siglo XX y comienzos del XXI.
La concienciación ante el problema, sobre todo por la constatación de sus efectos en el medio ambiente, llevó a la sociedad a plantearse su conservación a toda costa como una prioridad ambiental. Por ello, en 1985, se firmó el Convenio de Viena y, dos años más tarde, el Protocolo de Montreal, a los que se adhirieron una serie de países que acordaron reducir la producción y la emisión de los gases contaminantes responsables de la alteración del ozono. En el año 1994, la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el día 16 de septiembre como Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, una jornada que sirviera de recordatorio del problema y para la aplicación individual y colectiva de las medidas encaminadas a su solución.
Desde el año 1997, el crecimiento del “Agujero de la capa de ozono” parece ser que se ha detenido, aún con oscilaciones estacionales, de manera que, según los cálculos más optimistas estiman que, de seguir esta tendencia, para mediados del siglo XXI la recuperación efectiva a los niveles originales de los años 1970-80 será un hecho con lo que el problema quedaría solucionado. Que la recuperación efectiva no sea más rápida es debido, al parecer, a la persistencia en el tiempo de la actividad química de los contaminantes responsables hasta llegar a su inhabilitación definitiva, no obstante hay que seguir en alerta máxima para evitar su reactivación. (imagen inferior derecha: http://www.nuestroclima.com/blog/?p=515)