Los árboles son vegetales de porte alto, con el tallo leñoso que se ramifica a determinada altura de la superficie. Antes que de los bosques naturales repartidos por la superficie terrestre en biomas concretos, escribimos aquí sobre los árboles en las grandes ciudades, que se plantan con fines ornamentales para proporcionar belleza o sombra. Dos excelentes razones para su uso indiscriminado. Sin embargo, las plantas leñosas también sirven para muchos otros propósitos y funciones y, a menudo, resulta útil considerar estas circunstancias cuando se trata de seleccionar las especies de árboles o arbustos para su introducción en el paisaje.
Los beneficios que nos aportan los árboles se pueden agrupar en distintas categorías: beneficios sociales, comunitarios, medioambientales e incluso económicos o de desarrollo. Desde el punto de vista social, queremos tener árboles a nuestro alrededor porque nos hacen la vida más agradable. La mayoría de nosotros respondemos a su simple presencia no sólo admirando su belleza. En una arboleda nos sentimos serenos, sosegados, descansados y tranquilos; como en casa. Los pacientes quirúrgicos muestran una cierta tendencia a la recuperación más rápida de sus operaciones cuando desde sus habitaciones se ven árboles.
El tamaño de algunos árboles, su aparente fuerza y resistencia les da un aspecto majestuoso, similar al que produce la contemplación de una catedral o cualquier otro monumento. Debido a su potencial de vida, extraordinariamente larga en algunos casos, los convierte también en monumentos, pero vivientes. A menudo nos sentimos ligados emocionalmente de manera personal a aquellos árboles que nosotros o nuestros seres queridos han plantado, costumbre por otro lado muy sana de practicar. Los árboles han jugado un importante papel tanto en la religión como en aspectos filosóficos culturales de la vida, sirva por ejemplo: el de Navidad o el de la sabiduría.
Los beneficios comunitarios de los árboles a menudo cumplen diversas funciones; de tipo arquitectónico o de ingeniería, ya que dan privacidad, enfatizan las vistas agradables y ocultan aquellas que lo son menos. Reducen la luz intensa y su reflexión. Dirigen el tránsito peatonal. Apagan el ruido molesto… . Controlan aspectos fundamentales del medio ambiente, siendo por ello muy beneficiosos, por ejemplo, son un excelente moderador del clima local, regional, e incluso global, mejorando la calidad del aire, conservando el agua y dando albergue a la vida silvestre. El control climático se obtiene al reducir los efectos directos del Sol, atemperar la fuerza y la dirección del viento y la lluvia. Cuanto más denso sea el follaje, mayor será su acción de cortaviento arbóreo. La caída directa de la lluvia, nevisca o granizo es primero absorbida o desviada por los árboles, dando protección a personas, animales y edificios. Interceptan el agua, almacenan parte de ella favoreciendo la infiltración, reducen la escorrentía superficial favoreciendo la conservación del suelo y disminuyendo la erosión y la posibilidad de inundación. Asimismo tienen un gran protagonismo en relación al que posiblemente sea el mayor problema ambiental con el que enfrenta la humanidad, el calentamiento global, constituyéndose en sumideros de dióxido de carbono. Regulan la temperatura en sus proximidades, más fresca que lejos de ellos. Cuanto más grandes sean y más intrincada la red que pueda formar con otros, mayor será el enfriamiento. Mediante el uso de árboles en las ciudades podemos disminuir el nocivo efecto de “isla de calor”, causado por el recalentamiento diurno del pavimento y los edificios. Proporcionan hábitat para la vida silvestre en los alrededores urbanos, no digamos ya en los ecosistemas naturales.
Los beneficios económicos directos están relacionados con las múltiples posibilidades de extracción de materias primas que puede obtenerse de ellos. Piénsese en la utilización tradicional de la madera con fines energéticos, en el carboneo, en el uso de la madera en la construcción, en la industria naval, en la extracción de productos como la resina y sus derivados, en la industria farmacéutica, en la alimentación de los múltiples productos que dan para la despensa, entre un amplísimo etcétera.
Por ello, el DÍA DEL ÁRBOL debe llevarnos a la reflexión en relación a su conservación.
Laura Robles. 3ºF
3 comentarios:
La mejor manera de conservar la riqueza forestal en el día del árbol de reciente conmemoración, es el mantenimiento de las masas boscosas en la condiciones ideales, en lo que no contribuye en nada el abandono del medio rural, junto con una correcta planificación y gestión de bosque. Y según se lee en la prensa de este mes de julio, el riesgo de incendio en determinadas comunidades como son las de Castilla y León y Galicia es excesivamente alto.
Parece ser de Chateaubriand una cita que dice: "Los bosques anteceden a los pueblos, los desiertos los siguen". Desde luego más acertada no la hay, conviene reflexionar sobre ella.
Se apunta en relación con el día del árbol, que los bosques pueden, en caso de su explotación sostenible, constituirse en un recurso económico. Indudablemente, el problema está en que en el balance económico en el haber figurará siempre la rentabilidad obtenida, pero en el debe, nunca los costes ambientales, de hacerlo así, se vería la importancia del bosque y las consecuencias de su eliminación.
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