En España la presencia de bosque autóctono es relativamente amplia, destacando al menos tres de ellos entre otros espacios: el bosque caducifolio, el perennifolio y el bosque mediterráneo, este último con las mismas características biológicas que el primero pero peculiar en cuanto a las especies presentes y las condiciones de su desarrollo. Aquí ahora únicamente se describe el primero, dejando los otros dos para próximas convocatorias.
El bosque caducifolio forma parte de una biocenosis en la que la vegetación pierde la hoja durante una época del año, el otoño e invierno de nuestras latitudes. El régimen térmico de su área de distribución puede decirse que es moderado, con temperaturas medias mensuales casi siempre por encima de los 0º C, mientras que el pluviométrico se corresponde con el de lluvias abundantes bien distribuidas a lo largo del año, en el que puede decirse que no hay aridez en ningún mes del año, lo que es lo mismo que decir que la reserva de agua no se agota nunca, con lo que la humedad para las plantas está garantizada. De hecho uno de los problemas con las que la vegetación debe enfrentarse es precisamente en sentido contrario; en estas zonas es frecuente un exceso de agua en el suelo que encharca las zonas más bajas. En el bosque caducifolio las cuatro estaciones están perfectamente definidas, con una actividad biológica diferenciada en cada una de ellas.
El suelo edafológico donde se desarrollan estos bosques son del tipo denominado suelos pardos con un horizonte A, orgánico de tipo mull y molder. En las laderas montañosas con rocas características es posible la formación de bosques autóctonos de este tipo en suelos ranker y rendzsina.
Los bosques autóctonos caducifolios se estructuran alrededor de especies leñosas en el que deben incluirse como ejemplos los robles, las hayas, los castaños o carpes.
La biocenosis animal es compleja, está formada por poblaciones específicas de grandes herbívoros y omnívoros como el jabalí, el gamo, los ciervos rojos, los corzos, con carnívoros de diferentes tamaños entre los que merecen destacarse el zorro, el lobo, e incluso el oso en determinados lugares, muy concretos al tratarse de especies en peligro de extinción protegidas. El bosque caducifolio es muy propicio a la presencia de una gran cantidad de aves, caso de los pinzones, zorzales, cucos, petirrojos, palomas torcaces,… que se alimentan de pequeños insectos, y de las rapaces pertinentes, caso del gavilán, halcón, etcétera.
La distribución geográfica de los bosques autóctonos caducifolios españoles se corresponde con la cordillera Cantábrica, el sistema Ibérico, y el sistema Central, al que pertenece el hayedo con robledal que ilustra el trabajo.
Laura Robles Nieto. 4º D
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