
Estimándose además, la existencia de un punto crítico o de no retorno cuando la temperatura media de la Tierra se incremente en 2º C sobre la temperatura media actual; por lo que, de seguir así, y en el caso de cumplirse las predicciones, debemos prepararnos para un futuro bastante más comprometido ambientalmente de lo que ya lo está en la actualidad y con consecuencias graves o muy graves para la diversidad, y, en especial, para la especie humana.
Ni que decir tiene que la causa de tal comportamiento climático guarda relación con la actividad humana, debido a los muchos años de emisión de gases contaminantes derivados de la combustión de los combustibles fósiles empleados en la industria, en el transporte o en la calefacción, entre otras acciones no menos onerosas para el medio en general y para la atmósfera en particular.
Constatada la existencia del problema, de un grave problema prácticamente seguro, hasta hace relativamente poco tiempo únicamente se hablaba de los costes imprevistos que el posible cambio climático produciría, o lo que es lo mismo, de una economía de enormes pasivos, al incidir los efectos del cambio sobre los bienes humanos.
Si bien resulta prioritario atajar las causas que lo desencadena, la mentalidad ha cambiado, y aún en el caso de que las previsiones sean ciertas, surgen nuevas posibilidades económicas y no sólo en el balance de costes, sino de activos que hacen o pueden hacer cierto aquel dicho español que dice que “no hay mal que por bien no venga”.
Nuevas posibilidades de negocio, muchas y en muchos campos, como muchas son las empresas implicadas tanto nacionales como multinacionales que se están posicionando en este sentido, y que en algunos casos no sólo son negocios quiméricos sino que están hoy en día ya en plena producción, expansión y generación de las correspondientes ganancias.
