Una de las relaciones que se pueden establecer entre la humanidad y el medio ambiente o la naturaleza si se prefiere así, es la existencia de riesgos naturales que condicionan nuestra vida en tanto en cuanto que, a veces, la activación del riesgo desemboca en un desastre o catástrofe.
Salvo en unos pocos casos en los que el desencadenamiento de un acontecimiento de este tipo viene inducido por la actividad humana, normalmente asociado a la falta de previsión científica, técnica o el clásico fallo humano; los riesgos naturales son imposibles de controlar, de regular y de someter a los esfuerzos y conocimientos humanos. Son generados por la dinámica del planeta ya sea por sus procesos de origen interno, caso de los terremotos, los volcanes o los tsunamis; o por procesos que tienen lugar en la superficie, como consecuencia de la actuación de la energía solar y sus transformaciones con la inestimable colaboración de la gravedad como fuerza impulsora, como son los riesgos debidos a las inundaciones y avenidas, los huracanes o los movimientos de ladera en todas sus variables,….
¿Qué hacer entonces? Los esfuerzos van encaminados en dos sentidos: la predicción, es decir, anticipar en el espacio y el tiempo la probabilidad de ocurrencia del fenómeno, y, por otro, la prevención, o puesta en acción de las medidas necesarias para que en el caso de que se produzca un acontecimiento de este tipo, los efectos puedan ser minimizados en lo posible.
Tanto la predicción como la prevención requieren los suficientes recursos científicos, técnicos y económicos que sólo pueden emplearse en los países desarrollados, mientras que los que no lo están o están en vías de desarrollo no pueden ni siquiera soñar en aplicar las mínimas medidas de un tipo u otro, con lo cual tanto la exposición, (número de habitantes afectados), como la vulnerabilidad, (entendida como los daños económicos), suelen alcanzar cifras terribles en ambos casos.
Salvo en unos pocos casos en los que el desencadenamiento de un acontecimiento de este tipo viene inducido por la actividad humana, normalmente asociado a la falta de previsión científica, técnica o el clásico fallo humano; los riesgos naturales son imposibles de controlar, de regular y de someter a los esfuerzos y conocimientos humanos. Son generados por la dinámica del planeta ya sea por sus procesos de origen interno, caso de los terremotos, los volcanes o los tsunamis; o por procesos que tienen lugar en la superficie, como consecuencia de la actuación de la energía solar y sus transformaciones con la inestimable colaboración de la gravedad como fuerza impulsora, como son los riesgos debidos a las inundaciones y avenidas, los huracanes o los movimientos de ladera en todas sus variables,….
¿Qué hacer entonces? Los esfuerzos van encaminados en dos sentidos: la predicción, es decir, anticipar en el espacio y el tiempo la probabilidad de ocurrencia del fenómeno, y, por otro, la prevención, o puesta en acción de las medidas necesarias para que en el caso de que se produzca un acontecimiento de este tipo, los efectos puedan ser minimizados en lo posible.
Tanto la predicción como la prevención requieren los suficientes recursos científicos, técnicos y económicos que sólo pueden emplearse en los países desarrollados, mientras que los que no lo están o están en vías de desarrollo no pueden ni siquiera soñar en aplicar las mínimas medidas de un tipo u otro, con lo cual tanto la exposición, (número de habitantes afectados), como la vulnerabilidad, (entendida como los daños económicos), suelen alcanzar cifras terribles en ambos casos.
Es por todo ello que, dada la importancia y relevancia mundial del problema, la ONU, no sólo ha fijado un día al año para llamar la atención y recapacitar sobre estos casos, sino que incluso la década comprendida entre 1900 y 2000 estuvo dedicada plenamente a ellos, desarrollándose alguna Conferencia específica como la celebrada en Yokohama en 1994, a la que se dio continuidad en la actualidad en el llamado Programa Acción Hyogo, (2005-20015), en el que un conjunto de países adscritos pretender aunar esfuerzos para reducir los dos parámetros claves citados más arriba, la exposición y la vulnerabilidad.
(imagen superior tomada de http://www.geologossinfronteras.org/).
(Imagen inferior tomada de: accionuniversal.blogspot.com).
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